Este articulo fue publicado en el Programa de Fiestas de Sonseca en 2022, aunque por falta de espacio se quedó bastante incompleto. A continuación les muestro la versión sin restricciones.
A principios del siglo pasado, la mujer podía ejercer pocas
profesiones, fuera del ámbito del hogar. Una de ellas era el Magisterio, excepto
ser maestras pocos trabajos más podían hacer. Esta es la historia de una
sonsecana que dedicó toda su vida a la docencia.
Máxima era
hija de Romualdo López García de Blas de profesión carnicero y de Cándida Peces-Barba Rodríguez-Malo,
nació en Sonseca el 18 de noviembre de 1891 en la calle de la Unión numero 1. A
los pocos años se traslada junto con sus padres a Madrid. Tanto a ella como a
sus hermanos procuran dar estudios y Máxima destaca por sus calificaciones, uno
de ellos Saturnino López tiene una calle
dedicada en Sonseca y llegó a ser Magistrado del tribunal supremo.
En 1909
entra en la Escuela Central Normal de Maestras, donde permanece 4 años sacando muy
buenas notas en todas las asignaturas. Solo unos meses después de terminar sus
estudios y por oposición empezó a trabajar en la escuela de niñas de Lominchar (Toledo)
con un sueldo de 1000 pesetas al año. En una España rural y con un alto índice de
analfabetismo, el maestro/a era el “intelectual del pueblo”, y a través de la
docencia, la mujer empezó a erigirse como autoridad cultural. Un primer paso
hacia la igualdad.
Haciendo un
paréntesis en su historia voy a referir una curiosa iniciativa. En 1912 la
reina María Victoria Eugenia tiene la idea de abrir una suscripción popular,
para que entre todas las mujeres de España se regale la bandera de combate al
más moderno buque con que contaba entonces la nación, el acorazado España, Máxima contribuye en 25 céntimos.
Justo al
terminar sus estudios escribe un extenso artículo en la “Gaceta de instrucción
pública” dedicado a la infanta Paz de Borbón y su obra “el Pedagogium español”.
Se trataba de una institución donde se recogían niños de la calle para darles
educación. Máxima dice textualmente: “Expresamos
nuestra gratitud a la Infanta, con frases que quizá no expresan nuestros
sentimientos, porque cuanto más grande es lo que se siente, mas dificultad
encontramos para expresarlo debidamente”. Y entre otras cosas más dice: “Además nos dais grandes alientos al presentarnos en el porvenir el
resultado de la educación que con tantas dificultades inician los amigos del
progreso; es un panorama risueño: «en cada barrio de las grandes ciudades, en cada pueblo y en cada aldea
habrá una escuela, sabrán los niños que desde seis años es tan obligatorio
asistir á diario á las clases como ir á Misa los Domingos”
Paralelamente a su docencia también
se dedica a dar conferencias, como la que aconteció el 21 de marzo de 1914 en el Centro
Instructivo Obrero de Madrid del que era antigua alumna y el tema a tratar fue:
la mujer en la sociedad actual – sus derechos y deberes en la educación –
medios que ha de valerse para hacer sentir su influencia.
Estando en ese último destino sigue
estudiando para sacarse el título de Maestra superior lo cual consigue en 1916.
Sigue en Lominchar hasta 1918, donde solicita traslado a Malagón (Ciudad Real)
que le es concedido, también en una escuela nacional de niñas en calidad de
auxiliaria. Del ayuntamiento de este último pueblo, tenemos una carta en la que
la Inspectora del ramo le felicita por la buena calidad de la enseñanza que ha
encontrado en esa escuela, diciendo además que se haga constar en su hoja de
servicios. En los tres años que estuvo en este destino consigue tres ascensos,
lo que le lleva un importante aumento de sueldo, ganando 5000 pesetas anuales
en 1922.
Continúa con sus conferencias, en
este caso las desarrolla en Malagón, en su propia escuela, la persona
responsable de la presentación dijo de ella: “que no sabía si tenía más corazón que inteligencia o más inteligencia
que corazón”. Ella en su exposición acentuó la importancia de la cultura,
base y nervio de la organización educadora y que se debe propagar la enseñanza
para eliminar el analfabetismo. Decía la prensa de la época que; se extendió
con luminosas citas y disquisiciones tan profundas, que hizo de su conferencia,
un volumen ejemplar de sabiduría impregnada de cálido misticismo.
En 1922 y por traslado toma posesión
de la escuela nacional de niñas número dos de Colmenar de Oreja (Madrid), donde
está solo unos meses pasando ya a trabajar en Madrid capital durante el resto
de su vida laboral.
Al tomar posesión de su escuela en
Madrid como no tenía local estaba allí donde las necesidades de la enseñanza lo
exigieran, siempre en propiedad provisional y a efectos para su carrera, como
si desempeñara su cargo para la escuela de su propiedad, para la que había sido
designada, que era la “escuela de niñas nº 52 grupo C” situada en la calle Fúcar,
nº 11. En un escrito suyo refiriéndose a esta movilidad hasta que le dieron su
escuela dice: “todos estos cambios, en
que servía a las necesidades de la enseñanza, a más del cumplimiento de mi
deber, de no pasar un día sin trabajar, constituía, a juicio de la sección
administrativa que me nombraba, un merito en mi carrera, por ser yo maestra
propietaria y no por culpa que mi escuela careciera de local”.
Continuamente hacía cursos, en 1926
realizó el primero y segundo de Gimnasia en el Instituto San Isidro y en 1927 hizo el de Perfeccionamiento de labores así como el de Enseñanza
de costura y labores artísticas utilizando para ellos la conocida máquina de
coser marca Singer.
En 1928 contribuye con 21,30 pesetas
para los damnificados por el incendio del Teatro Novedades que causó más de 60
muertos.
Un año después se desplaza a Loma de
Castrejón (Palencia) pues una de sus alumnas va a tomar los hábitos de monja y
ella va a ser su madrina. Desde la prensa local agradecen profundamente la
labor protectora que Máxima ha hecho con su paisana.
También se dedico a dar clase a
adultos, en la escuela de la calle Garcilaso nº 5 durante el curso de 1930
hasta 1933 y posteriormente en su propia escuela de 1933 a 1936.
En septiembre de 1936 ya empezada la
guerra, ella envía un escrito al ministro de instrucción pública solicitando seguir
en su puesto de trabajo. Entre otras cosas argumenta que no pertenece a ningún
partido político, que ayudará a la República a luchar contra el movimiento
faccioso, de la siguiente manera“…
contribuyendo a las suscripciones que se me han presentado y recogiendo y dando
enseñanza a los niños de la escuela establecida en el mismo edificio, cuyo
maestro ha sido movilizado.” Como prueba de su lealtad a la republica dice
textualmente:”tengo el testimonio
favorable y los informes escritos en el libro de visitas por los inspectores de
esta escuela”.
Durante la contienda apenas salió de su casa. En un libro de
Pedro Corral publicado este año 2022 titulado “Vecinos de sangre: Historias de
héroes, villanos y victimas en el Madrid de la guerra civil” aparece el
testimonio de la portera del edificio donde vivía Máxima y hablando de ella refiriéndose
al piso donde vivía dice: “se oficiaba la
Santa Misa de cuando en cuando y se administraba el sacramento de la Sta.
Comunión con bastante frecuencia siempre muy temprano; cosa que nos parecía muy
bien y veíamos con alegría, y si nada dijimos fue para no alarmarles al creerse
descubiertos, porque era casa muy perseguida en casi todo el tiempo del dominio
Rojo”
En abril de 1939 una vez acabada la
guerra civil, el nuevo gobierno le presenta una declaración jurada con veinte
cuestiones sobre los años que estuvo trabajando para la República. En una de
ellas le preguntaban “¿cómo suscribió las
hojas que el gobierno rojo le hizo llenar para continuar en su puesto de
trabajo? y ¿cómo rellenó el apartado
que exigía se consignase la ayuda prestada a la República contra el movimiento
Nacional?”, a lo que ella responde; “con
una evasiva, eludía la respuesta apelando el testimonio de los inspectores. Yo
reunía en mi clase un número excesivo de alumnos para alejarlos del peligro de
la calle. Nunca he faltado a clase, asistía como “El gaitero de Gijón”.”
Se le insiste en denunciar a
cualquier izquierdista que conozca, a lo que ella responde “mis ocupaciones profesionales me recluyeron en la escuela y en mi casa
de tal manera que particularmente desconozco el personal de mi departamento. El
maestro que regenta la otra escuela del mismo edificio es hombre de orden y muy
cristiano”.
También necesitó el aval de alguien, que la
apoyara para trabajar con el nuevo gobierno. Esta persona se llamaba Mariano
Rodríguez de Vergara militante de Falange y padre de un Capitán de artillería
caído en la guerra. Él también explica que Máxima sufrió amarguras sin cuento,
en especial por la pérdida de personas de su familia sobre todo por la de su
hermano, Alfonso López Peces, abogado y director de correspondencia del Banco Hispano
Americano que fue asesinado por
pertenecer a F.E.T. y de la J.O.N.S. A
través de este avalista consigue seguir trabajando, aunque de todas formas fue
“depurada” y siguió con su empleo aunque estuvo un año sin cobrar.
Meses después le animaron a denunciar
a una inspectora de enseñanza que tuvo durante el gobierno Republicano a lo que
ella contestó literalmente: “en lo que a mí se refiere no sufrí
persecución por parte de dicha inspectora que sin duda conocía mis ideales
religiosos, por lo demás ignoro, fuera del caso expuesto, la actuación que tuvo
en otras situaciones”.
Durante la época posterior a la
Guerra Civil siguió dando clase, pero debía de seguir unas normas estrictas en
su forma de actuar, estas normas le llegaban por correo. En de julio de 1943,
le reprendía la inspectora por no haber hecho al pie de la letra lo que le
ordenaban. Y terminaba diciendo textualmente: “Lamento que haya dado esa nota de indisciplina y desobediencia y espero no se repita”.
En junio de 1959 aun estaba en activo
ya que existe una carta dirigida a ella como directora del colegio
comunicándole que se iba a celebrar allí el examen de obtención de estudios
primarios, tenía por entonces 67 años.
Cuando definitivamente se jubiló vino a Sonseca al
actual nº 9 de la calle del Cid, allí se trajo su biblioteca, que era extensa,
y todos sus documentos sin los cuales hubiera sido imposible escribir este
artículo. Vivió sola hasta su fallecimiento en 1971. Se conoce la anécdota que cuenta que una
vecina preocupada por ella pasaba cada día por su ventana para escuchar el
reloj, al tener que darle cuerda cada día, en el momento que dejara de oírse,
significaba que algo grave había pasado